El proyecto resulta a todas luces un caramelo de madera para la sociedad desprovista de todo análisis profundo, lectora empedernida de títulos grandilocuentes por redes sociales. A la demagogia de Milei se le suma la del PRO con el aditamento en este caso de una hipocresía ventilada a plena a plena luz del día. Disfrazarse de honesto. Hipocresía nivel mil.
Escuchar a Mauricio, que es hijo de Franco -es bueno aclararlo-, porque sino da la sensación que nació de incubadora o probeta reclamando honestidad resulta tedioso, doble moral, una subestimación de nuestra inteligencia.
Es el mismo que ruega para que le saquen de encima la Causa del Correo (18 años sin sentencia), la de los parques eólicos en complicidad con Tevez adquirida y vendida usando información privilegiada, la venta de Macair (Macri Air) prometiendo otorgarle 36 rutas aéreas a Avianca, los Panamá Papers. Mauricio además es hermano de Gianfranco que aprovechó el blanqueo y metió por la ventana 622 palos. Resulta demasiado obvio la protección judicial. Imaginemos a estos muchachos eligiendo por nosotros. El zorro en el gallinero reclamando que las gallinas son muy ligeras.
Todos los honestos reclamamos ficha limpia, es lógico, como también lo es que el proyecto tiene nombre y apellido. A Cristina hay una sola forma de sacarla de la cancha, ganándole, jubilándola con los votos. Pretender que una animal política se vaya a la casa a cuidar a los nietos resulta jocoso. Es más fácil que LGante tire una “s” a que CFK se vaya por sus propios medios.
Ficha limpia con un solo artículo: Sentencia de Cámara es suficiente, violentando el principio de inocencia, la retroactividad de las leyes, la prohibición de legislar con nombre propio. Pero aún suponiendo que esos obstáculos se salvan por darle carácter de legislación electoral, el problema real está en los juzgadores. Jueces que no pueden justificar sus Bienes dictando sentencias para dejar fuera de juego a los políticos.
La casta judicial con rémoras de realeza, Vuestras Excelencias, Dios Salve a V.S, atienden en el “palacio de justicia”, ahora devenidos en los que manejan la música en el “juego de la silla” eligiendo quien se sienta y quien no. Hay de todo, jueces que se toman unos días en el sur pagados por Clarin, otros anotados en servilletas, los que juegan al fútbol en “los abrojos”. Tal vez también haya algún probo, cómo será el desuso de la palabra que no se escucha ya.
El poder judicial está diciendo quién puede presentarse o no, ya no les basta con manejar la libertad y los bienes de las personas. Con ficha limpia serán los que tengan LA LAPICERA.